El mito de las Ninfas
Durante la época homérica, se cree que eran hijas de Zeus. Son
consideradas divinidades secundarias a las que se les pueden hacer
plegarias, pero que también pueden resultar temibles.
Ellas son doncellas que habitan en la campiña, el bosque y las aguas.
Normalmente se las encuentra en grutas donde se entretienen cantando y
bailando. Es común que sean el séquito de algún dios o diosa más
importante, como Artemisa en particular, o de otra ninfa de más alto
nivel, como Calipso o Circe.
Hay diferentes categorías de ninfas de acuerdo con el lugar donde
viven. Así están las Ninfas de los Fresnos, o Melíades, que parecen ser
las más antiguas. Son hijas de Urano. Las Náyades que viven en las
fuentes y las corrientes de agua. Por su parte, las Nereidas son ninfas
del mar en calma. También existen las Oréades, que viven en las montañas
y en las florestas habitan las Alseides.
Todas las ninfas tuvieron mucha importancia en diversas leyendas. Es
común encontrarlas como esposas de algún héroe o semidiós, por ejemplo
la Egina casada con Éaco, o la ninfa de Taigete. Además, es frecuente
verlas intervenir en los mitos amorosos como en las leyendas de Calisto o
Dafne, donde sus amantes más frecuentes eran los espíritus masculinos
de la naturaleza como Pan, los Sátiros, o Príapo para mencionar algunos.
Pero los grandes dioses no eran la excepción, y varias de ellas se
unieron en diversas ocasiones con Zeus (dios de los dioses), Apolo (dios
del sol y el arte), Hermes (mensajero de los dioses), y Dionisios (dios
del delirio místico y el vino), entre otros. De igual forma, era normal
que se enamoraran de un adolescente mortal y lo raptaran para compartir
su cama con él.
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